"A veces me siento una cámara fotográfica con patas..."
La vida está echa de cambios
Es verdad, así me decía mi padre cuando era más joven. Uno de los cambios más grandes en mi vida ocurrió al conocer a mi mujer.
¿Quién iba a decirme que, al hacer el Camino de Santiago, encontraría el motivo para un cambio tan radical como trasladarme a otro país? No fue algo planeado, pero así es la vida.
Menos de un año después de conocer a mi mujer, me trasladé a España, concretamente a Valencia. Como ya era fotógrafo profesional en Italia, seguir tomando fotografías fue natural y espontáneo para mí.
Desde el principio, me esforcé por darme a conocer con la ayuda de mi mujer y su familia. Comencé a promocionarme como fotógrafo de bodas y a colaborar con otros profesionales del sector que conocí poco después de llegar a España.
A veces me preguntan: «¿Qué tipo de fotógrafo eres?» Es una pregunta tanto difícil como fácil de responder.
Lo que puedo decir es que la fotografía es como la música; sientes dentro de ti el deseo de dedicarte a este arte, ya sea como un pasatiempo o como una profesión. Cada persona tiene su manera de estimular el proceso creativo en la fotografía. Para mí, lo más importante es vivir y participar en las emociones de los demás.
Empatizar con las personas me permite ver y escuchar de manera diferente. La fotografía es el medio a través del cual puedes «detener» el momento en que las personas revelan sus sentimientos y emociones. Perseguir lo que me emociona visualmente hace que a veces me sienta como una «cámara con patas». Aunque a veces no lleve la cámara, mi ojo sigue capturando imágenes.
Capturo la espontaneidad de los niños y muestro, a través de imágenes, los vínculos entre los miembros de las familias. Ya sea en un reportaje familiar, de retrato o durante eventos familiares importantes como bodas, bautismos o primeras comuniones. En cualquier caso, mi objetivo es siempre el mismo: contar historias a través de imágenes que despierten emociones y mantengan vivos los recuerdos de nuestros seres queridos.
Desde que vivía en Italia, me adentré en el sector de la fotografía y comprendí la importancia de la formación. Fomentar el crecimiento personal y profesional a través de cursos o talleres es esencial en la fotografía y en otros sectores. La formación continua es una prioridad para no quedarse atrás.
De los muchos talleres a los que asistí, uno en particular fue clave para mi **crecimiento personal y profesional**. Hace unos años, supe por colegas y amigos fotógrafos de Madrid que el fotógrafo brasileño **Vinicius Matos** impartiría un taller exclusivo en Astorga.
Fue un taller emocionalmente exigente. El primer día, Vinicius nos conoció en una reunión grupal donde nos presentamos y compartimos nuestras historias. El grupo, limitado en número, conectó de inmediato, creando una vibra especial y un ambiente de trabajo comprometido.
Me asignaron retratar a Trinidad, una abuelita de ochenta y tantos años que vivía en una residencia de ancianos cerca de Astorga. Cada día, Trinidad salía de la residencia y paseaba por el pueblo, deteniéndose en su antigua casa. Allí, se tomaba un momento para estar consigo misma, mirar viejas fotos familiares, rezar el rosario y ventilar la casa. Era un verdadero peregrinaje de la memoria. Trinidad me permitió acompañarla durante los dos días del reportaje, una experiencia que fue intensa y emotiva.
Vinicius captó mis sentimientos y mi sufrimiento interno por estar lejos de mi familia de origen y mi nueva vida. Esa fie la razón por lo que me tocó fotografiar a Trinidad. Esa chispa encendió mi creatividad. Con las técnicas aprendidas en el taller para prepararme emocionalmente, el reportaje cobró vida y despertó fuertes emociones.
A día de hoy, sigo preparándome para cada reportaje fotográfico con las mismas técnicas y la misma pasión. Enfoco mi mente y mi corazón en cada sesión de fotos para lograr los mejores resultados.